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Cuando éramos reyes


En plena resaca, con unas bolsas que rodean nuestras ojeras tras una noche de sábado con resabios futboleros, como si en un trampolín del tiempo hubiésemos pegado un brinco de años, por supuesto envejeciendo, vuelven a la memoria unas palabras del director de cine, José Luis Garci (1)  Imaginemos a este ilustre atlético, sumergido en la triste melancolía de la derrota, expeliendo las humaradas azules y la voz cascajosa cabalgando por las numerosas inflexiones que caracterizan sus circunloquios.  Don Jose Luis ha repetido hasta la saciedad que salvo honrosos filmes como Evasión o Victoria de John Houston, no ha habido ningún ejercicio cinematográfico que supiese plasmar la épica del fútbol. Luego con su habitual prosodia, nos evoca que el fútbol tiene ecos caballerescos y por qué no, algunos autores emparentaron a nuestros jugadores con los gladiadores de antaño. ¿Sería Cristiano Ronaldo el Publius Ostorius de Pompeya? Y el hijo del extinto sátrapa Gadaffi que jugó en la serie A italiana ¿el tramposo Emperador Comodo que amañaba sus enfrentamientos en la arena?

Frente a un futbolín se han decidido las filias y las fobias en el fútbol


Y eso, que a cuenta del fútbol continúa diciendo el director de cine, dejándose llevar por la murria, hubo ilustres artistas como Houston, Eduardo GaleanoMario Benedetti, o Juan Carlos Onetti, auténticos forofos del deporte de la pelota, aunque sus esfuerzos por trasponer los férreos umbrales de la ficción, siempre se toparon con una atmósfera de irrealidad, que tornaron en vanos dichos intentos. Luis Alberto Cuenca(2), gran poeta y mejor persona, reseña que hay algún relato por ahí disperso sobre el balompié, de un gran valor literario, en todo caso breves pinceladas para un deporte tan popular. Como buen sacrílego - colaboró con Loquillo y eso para un poeta es casi violentar el altar de los clásicos - cita a José Antonio Petón , que para nosotros es mejor contador de historias ( juglar) que literato. Sus relatos cobran más fuerza cuando los interpreta como una sibila poseída por sus visiones, que en el polisón de tinta y celulosa de sus libros. También menciona de pasada a Benedetti y en segundo lugar, a Jorge Valdano, que suena muy rimbombante con sus carrileros  y los defensores que coadyuvan en labores de ataque. Este mismo poeta achaca quizá a la ausencia en la lírica del fútbol de arquetipos de perdedores, o personas que aun viniendo del barro como Messi o Cristiano Ronaldo, alcanzasen el estrellato para remediar su miseria. El rectángulo dicta sentencia, y quien juega bien no importa de dónde viene y mucho menos adonde va. Hasta se le exoneran graves comportamientos culposos.


Qué alguien se ponga delante de la mítica Underwood,
para contarnos la historia definitiva de la épica del  fútbol


El boxeo sí ha sido más pródigo y como la tauromaquia ha sabido explotar la figura del muerto de hambre o el perdulario de barrio al que solamente el triunfo le sacará de los malos hábitos o de su pobreza ( "más cornás da el hambre"). Es más, Luis Alberto Cuenca, gran mitómano por lo que se deduce de sus múltiples apariciones en los medios – todos gozamos de sus versos y de su profunda erudición- vuelve a hundir el dedo en la llaga, puesto que el deporte rey nunca tuvo una figura equiparable a la de Mohamed Alí, que imantaba a la cámara con su elocuencia en algunas ocasiones disparatada. Carcomido por el parkinson, parece un vejete indefenso, pero en el pasado siglo supuso todo un referente mundial. Sus declaraciones no dejaban indiferente a nadie, y su sólida oposición a la Guerra de Vietnam, pese a que dicha renuncia hiciese  mella en su brillante carrera ( le fue retirada su licencia de boxeo en el momento más álgido de ella), o sus intervenciones en la cuestión racial, y su desenvoltura en el ring- se decía que era un excelente peso medio en la categoría pesada por su gran agilidad- le convirtieron en un icono mundial. Filósofos y literatos se zancadilleaban por departir con el gigante negro que tenía una cintura más propia de una bailarina, sobre todo en Europa, donde sus visitas se convertían en todo un acontecimiento. Hasta el documental Cuando éramos reyes, en el cual se narra la batalla entre Cassius Clay y George Foreman reverbera y apela a la heroica en cada fotograma. ¿ Por qué no ocurre lo mismo con el fútbol?

¿Activista o boxeador? Fue uno de los mayores
iconos del siglo XX


Retomemos el hilo de la final de la Champions, y de las imágenes de un suspense absoluto, cuando CR7 iba a ajusticiar a un colosal Atlético desde los once metros para dar el título al Real Madrid. ¿Cabe una agonía mayor en un relato? Por añadidura, esta victoria deja un poso en los madridistas bastante agridulce, pues en el fondo el Atlético nos cae bien, y la reciente crisis económica ha acendrado un sentimiento contradictorio de la opulencia, en este caso de títulos. Pues como decíamos, ni Duelo al sol con Gregory Peck goza de un final tan trágico y abracadabrante. Tampoco el gran Houdini(3), al que muchos en el transcurso de sus números daban por muerto, porque tras su inmersión  llegaba un momento en el que dejaban de agitarse las aguas y de pronto, cuando se tornaban muchos espectadores entristecidos por desenlace tan fatídico, emergía el fauno del escapismo con una sonrisa inveterada como un “ya os lo dije, que también saldría de ésta”. El fútbol está a la altura de estos colofones inesperados, de él brotan las emociones más vehementes, pasamos del llanto a la risa floja sin solución de continuidad, de tal forma que nos tomarían por orates sino contextualizamos que nuestros sentimientos tienen lugar en un marco futbolístico. 


Ni Gregory Peck hubiese representado mejor
el drama vivido en el césped de San Siro

Si acaso el maestro director de cine Juan Jose Campanella, con una película de animación Futbolín, por su gran genio, bordea lo que se puede decir una obra redonda en torno a las pasiones que destila este deporte o de manera tangencial en El secreto de sus ojos, demuestra que está a punto de dar con la fórmula. Incluso en el baloncesto tenemos un ejemplo más que correcto en Hoosier, más que ídolos, con el gran Gene Hackman como técnico inveterado del equipo que remedaba por su metodismo a George Karl que entrenó al Madrid y luego triunfó en la NBA. El boxeo no sólo ha tenido a Cassius Clay, sino fabulosas películas que sí han tenido un paso a la pantalla y a la literatura grandioso. Recordemos El ídolo de barro con uno de los grandes, Kirk Douglas, todavía vivo, o al portentoso Robert De Niro como Jack Lamotta, que engordó en aplicación del método Stanislavski y adelgazó durante el mismo rodaje de Toro salvaje, para adaptarse a la morfología cambiante del cuerpo del gran boxeador. En literatura, un escritor español como Manuel Alcántara ha sabido darle al pugilismo la profundidad e incluso una erótica que derrocha imágenes sudorosas y ardorosas en el cuadrilátero, que nos sacian las retinas.  Para terminar de fastidiar a los futboleros, Clint Eastwood también dio en la tecla cuando hizo una semblanza grandiosa del rugby en Invictus,  de cómo el deporte traspasa barreras que han persistido mucho en el tiempo.  No olvidemos que Eastwood, con la temática del boxeo se sacó otra obra maestra, con la hermosa Hillary Swank de ruda protagonista en One million dollar baby.

Como epílogo, convengamos que llegará el día que algún autor dé con la tecla y logre reflejar en una novela-película la verdadera emoción que nos transmite el deporte rey. Tiene tragedias que todavía nos sobrecogen, como la que le acaeció al equipo del Manchester United, un conjunto dominador y que le podría haber debatido la supremacía al Real Madrid en el año 1958, pero se fue a pique como la vida de todo el plantel que no sobrevivió al accidente aéreo  de Munich ( leer reseña del mismo en 
https://es.wikipedia.org/wiki/Desastre_a%C3%A9reo_de_M%C3%BAnich.   ¿O quién no se estremece con el Never walk alone barbotado por toda la afición del Liverpool en la estupenda caja de resonancia de su estadio? Aguardaremos entretanto la novela-película que refleje su verdadera aura mítica.Estamos tan seguros de que encontraremos esa historia como que un grandioso equipo como el Atlético, tenga por fin la recompensa de una Champions que merece con creces. Quizá en la rueda eterna de competiciones, que tantas quejas despierta entre los adversos al fútbol, hallemos ese gran relato y la victoria que resarza a los aficionados colchoneros. ¿Por qué no en la próxima Eurocopa que se celebra en Francia?


La  Euro, la ilusión de nuevas historias de fútbol


(1) Hemos de decir, que nos parece un estupendo realizador, sus encuadres son primorosos de belleza, y la concepción clásica de su cine es enciclopédica, porque aúna en su proceso de filmación, todos los parabienes de los mejores directores. Sin embargo, falla en el contenido, incluso con libretos como El abuelo de Don Benito Pérez Galdós, puramente literario, la película muchas veces brilla por la ausencia de alma. El Crack representaría un ejercicio intermedio, quizá más lograda que ninguna de sus obras, con un Alfredo Landa, recuperándose de las cenizas del landismo que con todo, le reportó pingües beneficios ( no nos olvidemos de Volver a empezar que martilleó nuestra infancia como la primera película española oscarizada). A Garci le hubiese gustado grabar en el vestuario del Atlético de Madrid, pero dice que el entrenador Cholo Simeone es muy celoso de su intimidad, por lo que ni siquiera hace el amago de una propuesta. 



(2) Con Alberto Cuenca charlamos en una Feria del Libro de Madrid. A su lado, se arracimaban una larga reata de fieles de Joaquín Sabina que iba  dos horas más tarde a firmar una recopilación de sus letras o algo así, mientras el señor Cuenca estaba atrincherado entre el farallón de libros de su caseta. A lo sumo, algún curioso de la fila de Sabina, le preguntaba azorado que quién era. Le confundía por su apostura con un actor, actividad que creemos que ha desempeñado el renacentista Cuenca, pero con su ironía y deportividad habitual, afirmaba que Sabina valía más ausente que él. Casi se emocionó cuando le reconocí, no más que yo, y fue tan cordial, que no me atreví por poco a pedirle que me invitase a su proverbial biblioteca. Hemos de decir para no caer en el desdoro de Luis Alberto, que firma mucho en la Feria del Libro. Supongo que se dejará caer por El Retiro este año.

(3) La muerte del Gran Houdini, mago misterioso y apegado a la figura de su madre, con una sexualidad en entredicho para una época demasiado mojigata, se produjo de una forma increíble. En uno de sus números, un forzudo le golpeaba con toda dureza en el estómago. Había repetido muchas veces ese número que causaba admiración entre sus fervientes seguidores. Pero aquella tarde empezó a enocntrarse mal y a las pocas horas moría agonizando de peritonitis. Yo le digo a las jóvenes generaciones que tengan cuidado cuando juegan a hacerse los fortachones. Claro que antes les tengo que explicar quién fue este gran ilusionista.

Comentarios

  1. Me he enterado de muchas cosas sobre la relación de literatos y gentes del cine con el deporte rey, aunque te confieso que yo no sólo no soy forofa del fútbol, sino que lo aborrezco abiertamente. Comprendo que un argentino no pueda entenderlo, pero es así, lo odio apasionadamente desde que tengo uso de razón, y tengo suerte, porque ni a mi padre le gustaba ni tampoco a mi marido, así que no he tenido que aguantarlo en casa, jeje, aunque tengo un par de amigas que morirían por sus equipos, una del Barça y la otra del Real Madrid, jeje.
    Besos y muy feliz semanita, Sergio :-))

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    1. Muchisimas gracias por tus comentarios.Mi hermano que ha viajado mucho por países musulmanes,y se ha encontrado situaciones difíciles y donde brillaba la desconfianza mutua, ha salido muchas veces de atolladeros gracias al fútbol,que abre muchas puertas.La idea del post es que nadie en cine y literatura ha sabido plasmar la épica que sentimos los aficionados.Quizá tú te atrevas, como Nicanor Parra con sus antipoemas,a hacer un antipoema o un poema antifutbol definitivo para el fútbol.Por cierto,un recuerdo a los héroes de Irak,donde sentarse a ver un partido con los amigos se considera por los bárbaros un acto impio.Seguiremos buscando esa película,ese relato.De Mohamed Ali habría que hacer una publicación seguro,Mayte

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