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Vida y destino de Grossman


Los prontuarios del Holocausto judío recogen que Vasily Grossman fue el primer periodista en llegar a Auschwitz y enfrentarse a los abismos insondables del ser humano, que tienen en ocasiones, verdaderos contornos de pesadilla. Pilas de cadáveres famélicos por la evidente inanición de la que fueron objeto en vida, el hedor dulzón de la muerte que le guiaba a través de la vías del tren y subido a su todoterrenoTodo hería al plumilla, que había sido reclutado con el fin de recolectar los testimonios del terror nazi en territorio soviético por la leyenda viva de la literatura Ilyá Ehrenburg. El viejo combatiente de nuestra Guerra Civil  y que sobrevivió milagrosamente a la yezhovina (1) actuaba en representación del Comité Judío Antifascista (CJA).   Como Ucrania se había convertido en un espléndido granero en este caso de historias de horror, Vasily inquieto y a pesar de que le hormigueasen los dedos, no cesaba de anotar en su bloc los acontecimientos de un infierno infinitamente más dantesco, que el de la Divina Comedia. Comedido, con sus quevedos, había llegado a creer que la guerra no podría sorprenderle, y arribaron a aquella localidad polaca, donde los suyos eran vistos casi con tanto recelo como los nazis, para perder cualquier asomo de candidez, que conservase a esas alturas. 



Las puertas del infierno
Autor David Shankbone - David Shankbone

Todas aquellas experiencias fueron recopiladas en diversos cuentos, pero sobre todo en el famoso Libro Negro, que no sería publicado en la URSS hasta el año 1993, por motivos de conveniencia política.No en vano, se interpusieron en el camino del borrador a las prensas, un incipiente Estado de Israel, el inicio de la Guerra Fría (2) que casi lleva a parte del Comité Judío Antifascista al gulag, e infinidad de vicisitudes, que hicieron que ambos colaboradores no pudiesen contemplar publicado el fruto de su esfuerzo. Tanto Ehrenburg como Grossman habían revisado a cuatro manos los testimonios que ilustraban aquel libro, con algunos desacuerdos que se exponían airadamente y que elevaron el encono entre ambos.  Visto con perspectiva, y creyendo que es un libro más del Holocausto,  sobrecoge cómo las SS mataban indiscriminadamente. Es un viaje por el horror que aviva las heridas y que no se fundamentó sobre la nada, como nos comenta en el prólogo el mismo Grossman, ya que hubo un caldo de cultivo en científicos que como el británico John Galton(3) , sentaron las bases de un darwinismo racial y de la eugenesia, que estados modernos aplicaron en sus leyes de inmigración.


Así, poco a poco, Grossman continuó viajando en su todoterreno americano, por las largas y rumorosas llanuras hasta que el ejército soviético se plantó en Berlín, dispuesto a la batalla final. Acostumbrado al sonido de las Katyushas, cuyos cohetes rugen como hienas y preceden a una ofensiva sin igual en la historia bélica, en la que la tierra no dejará de temblar ni por un momento, el fecundo juntaletras no perderá ripio. La resistencia nazi es atroz, como él narra en un estilo claramente a caballo entre la literatura y el periodismo, que se empieza a atisbar en sus artículos y se aposentará en sus futuras novelas. Largo hemos hablado de la fusión que existe entre las dos profesiones en otros hilos, y que en cualquier periodista con afán de narrador, es casi natural la transición a un género que guarda muchas concomitancias, y que tiene en la realidad y en el trabajo más prosaico del día a día, una veta inagotable para la inspiración. Sus testimonios borrados de los anales soviéticos, sirvieron sin embargo para ilustrar las acusaciones en el macroproceso de Nuremberg y para recrear en grandes páginas de la literatura, la Segunda Guerra Mundial. 



Ehrenburg, mito viviente, su relación con
Grossman se resintió por la disparidad de
criterios en la elaboración del Libro Negro


No es de extrañar que el lector pueda palpar en la obra maestra de Grossman, Vida y destino, la ferocidad de la contienda sin ningún embozo de idealismo. Se ha comparado esta epopeya con la inigualable Guerra y paz de Tolstoi, Los demonios de Dostoyevski o los cuentos de Chejov, por ese sello ruso inconfundible que late en toda la novela. En nuestra opinión Vida y destino es un clásico moderno memorable. El crisol de personajes que a pesar de las  circunstancias más que adversas que les rodean, desborda vida por cada uno de sus poros y se sobrepone.no sólo la barbarie bélica, sino y lo que fue peor y estuvo a punto de acabar con la obra, la rigidez del sistema soviético, que devoraba el futuro de sus hijos y los aniquilaba en el presente. Una plétora de historias, que con sus patronímicos y protagonistas como en toda novela rusa, nos sume en un laberinto hasta que recuperamos el resuello. 

Con todo, Grossman censura en esta pieza el presidio en el que se había convertido su país, en parte por las rigideces de los certificados de residencia, que se esgrimen para coartar a un adversario en una carrera profesional, o las vicisitudes de los científicos, que se deben plegar al dogma Lysenko y renegar del verdadero conocimiento, que está lubricado de ideología en cualquier sistema totalitario, y por qué no, la amenaza del gulag que aparece de manera poco velada, como destino más que plausible para los enemigos políticos. Son relatos de supervivencia, en la guerra de las guerras y en la sordina que imponen los autoritarismos, con fastuosas batallas como la de Stalingrado de telón de fondo. Vida y destino, no pudo ver la luz en la URSS por las razones expuestas, de modo que fue microfilmada y pasada a Occidente, lo que salvó a este  monumento literario de la quema. Grossman, como le pasaría con el Libro Negro, nunca vería publicado su opera magna. Sólo a través de samizdat  sus compatriotas iban leyendo porciones o capítulos enteros de esta pieza de gourmet literario.


El campo fue masacrado en la URSS, a modelos
de propiedad sin incentivos, cabía añadir una agricultura,
sin una selección genética por las teorías
 de Lysenko, un lamarkiano obtuso, con gran
predicamento en el Kremlin



Asimismo, queremos resaltar otra obra maestra de este gran escritor, Todo fluye. Con claros reverberos poéticos, nos sumimos en la vida de Ivan Grigórevich que es liberado del gulag donde había penado los últimos años. Trata de recuperar en vano la vida que había dejado atrás, y llega a la desangelada ciudad que él había conocido, donde se topa con su primo, colaborador y acérrimo comunista. Nada queda de la urbe alegre que conoció, gris y ajena por ese halo de producción masiva que mancilla cada esquina. Densas nubes de humo, que apagan el recuerdo de la mujer que amaba y cuya relación, el sinsentido de los totalitarismos frustró. De esta guisa, vagando por las efímeras calles que Ivan conoció, se entera de la muerte del padrecito Stalin, que iba a conmover a toda una nación, y cuya psicología de masas nos recuerda al final de la distopía 1984 de George Orwell - dice la leyenda que moribundo, nadie se atrevió a cerciorarse en su gabinete de cómo se encontraba porque temían que resucitase de dicho estado agónico, para verter toda su ira con el salvador. Es cuando el protagonista de Todo fluye llega a su aldea lejana, donde se percata que el horror de la modernidad propalada por el régimen soviético, no ha dañado sus ríos, sus bosques, los cuales rezuman una vida milenaria, que ni el más maquiavélico de los hombres puede pervertir. Allí es donde Ivan se reconcilia consigo mismo.


Hermosa parábola de Vasili Grossman


(1) Ehrenburg sobrevivió a diferencia de Mijail Koltshov, cuyo hilo directo con Stalin de poco le sirvió, puesto que fue purgado sin compasión por un Yezhov, que en virtud de la famosa orden 00447 iba a llevar  a cabo una criba sin precedentes. Recuperamos el periplo del camarada Koltshov en este hilo del Azogue, que llamamos El impenetrable camarada por la aureola de misterio que rodeaba en nuestro conflicto a este intrépido reportero  y porque nadie sabía a ciencia cierta, en nombre de quién movía los hilos del partido en España. Los historiadores apuestan a que seguía instrucciones directas de Stalin. En todo caso, sus famosos diarios son un testimonio de nuestro conflicto, con un claro tono literario que traspone la mera crónica periodística, muy sesgados aunque enormemente bellos. Contaban además, que Koltshov había sido seducido por la bella mujer de Yezhov, por lo que aquél se cobró gustosamente su venganza.

(2) Las relaciones del CJA con la editorial que iba a publicar el Libro Negro en Estados Unidos en los tiempos de colaboración de los dos países frente a las hordas nazis, fueron a la postre analizadas con lupa. Hemos de recordar que la idea de recopilar en un libro de testimonios las matanzas judías en territorio soviétivo, fue original del gran físico judío Albert Einstein. Se les acusó no sólo de colaboracionismo, sino de traición al país por minusvalorar el sufrimiento del pueblo soviético, a expensas del Holocausto judío.  

(3) No se nos escapa que  Galton fue un gran científico, al que debemos agradecer algunos avances estadísticos, pero también que la eugenesia se considerase una ciencia y que las diferencias sirviesen para ahondar en estereotipos raciales. La practicaron casi todos los países, Francia, Gran Bretaña y EEUU, como nos refirió un atónito Don Julio Camba que ejerció la corresponsalía de ABC en Nueva York durante unos años y fue testigo del celo con el que los funcionarios americanos en la Isla de Ellis, discriminaban a las razas "más inservibles", de acuerdo a las doctrinas de esta malhadada y presunta ciencia.

 Recordemos que el gallego también fue testigo de unas elecciones americanas cruciales, dado que en aquel país se debatía la participación de los americanos en la  Gran Guerra. Un Wilson presuntamente pacifista bogaba en pos de los céfiros bélicos. Pero como decíamos, los principios raciales fueron llevados a África, donde todavía perviven estos estereotipos que han abierto la brecha entre tribus. Algunas, las más inteligentes, pasaron a ocupar un lugar preeminente en el sistema colonial, para luego descolonizado el país, resucitar en su seno viejas pugnas. Es el caso de Ghana, que tan bien retrata el economista experto en desarrollo Wiliam Easterly.

Comentarios

  1. Un gran artículo, amigo Sergio, me alegra sobre todo porque hablas de un autor como Vasili Grossman, del que leí "todo fluye" una obra que me encantó y que me hizo ver toda la irracionalidad y la extrema crueldad de lo que fue el stalinismo... Genial amigo, un gran trabajo. Un abrazo.

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  2. Sí, describe en un claro tono poético, los desmanes del estalinismo. Vida y destino, que es quizá su gran obra maestra, destaca más que por la delicadeza de Todo fluye, por ser un elaborado entramado de historias que se entrecruzan con todas las complicaciones estilísticas que surgen al caso. Con todo, Grossman, como antes Tolstoi o mucho antes Cervantes,es capaz de llevar adelante con maestría todo ese entramado de relatos.

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