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Mostrando entradas de diciembre, 2016

Cabeza plateada de Turgueniév

Lastrado por el cansancio que le veteaba el rostro y con una barba fosca, a retazos alba, Juan Eduardo Zuñiga  aparecía en un reportaje que desgranaba  las razones de su Premio Nacional de las Letras españolas 2016  . Todos los focos de su ejercicio artístico se adensaban en el periplo literario por la Guerra Civil, que iba a marcar sin duda una trayectoria muy dilatada de este  escritor  provecto ,  que despertó desde la más cándida infancia a la resaca del saber, porque prontamente se embebió en los mamotretos egipcios en la soledad de su chalé de Prosperidad. Zambo de tanto entumecimiento, de hurgar con sus narices en aquellos ejemplares, se levantaba como tocado por el alcohol, a repetir unos trancos que le sacasen del encogimiento. Allí, también descubrió en un despertar tumultuoso a la edad adulta al gran Iván Turguéniev , que le reveló el rastro que dejan las grandes pasiones en la vida, que reverberan con la misma intensidad de los acontecimientos presentes. Al azar, el pequ

Dark matter in Solaris

Haces de vida, fogonazos de materia oscura y largo aliento de neutrinos se entremezclan en esta fantástica alegoría de ciencia ficcion, que nos induce a hondas reflexiones filosóficas y que nos rescató hace unos días en un epígrafe fabuloso, Rubén Angulo  , y que no es otra que Solaris de Stanislaw Lem . Con su relectura experimentamos cómo el poso de los años y las diferentes sapiencias, nos hacen que cobren más énfasis determinados aspectos del libro y de la genialidad del autor que nos habían pasado desapercibidos, y con los que es capaz de crear una ficción de nueva ciencia, a partir de destellos de la realidad de la física. Aparecen los neutrinos, una de las partículas más desconcertantes de nivel subatómico, y que valdrá un nobel cuando se capture de forma más protocolarizada, de la que se creía equivocadamente por otra parte que no tenía masa ( se busca y un español va  a la zaga de proyectos japoneses y canadienses, en viejas minas, con agua pesada). Pues como decíamos, esa

Las hijas de Nemirovsky.

O tra vez Nemirovsky nos vuelve a sorprender con una narrativa clásica y esplendorosa. Con razón se ha convertido en un fenómeno literario en Francia, cuyos ecos llegan a las letras hispanas en deliciosas ediciones. Una de ellas, Los perros y los lobos , narra las experiencias de una muchacha que vive en el gueto judío de una ciudad ucraniana con un padre avejentado como un odre, por los vaivenes de la vida. En su camino se cruza su tía Raissa, que tiene evidentes delirios de grandeza, y a la que la fatalidad- enviuda pronto- le conduce a la miseria que rechaza. ¡No se identifica ni asume la pobreza del guetto! Sin lugar a dudas, el comienzo de la novela es impactante, porque como en un cuadro clásico, Irene divide el escenario por donde se desarrollará la misma,  en tres partes que representan: el cielo de riquezas materiales, lo telúrico y en último lugar el Averno, donde se encuentra el guetto. Entre medias, los judíos acomodados, profesionales, que ganan algo de dinero y tienen c

El rubius contra Erasmus

De vez en cuando nos perdemos por la biblioteca, con el afán de alimentar el alma irredenta de economista, una profesión en la que arraigan otras doctrinas, rayanas incluso con el pensamiento y la filosofía. Quizá, una de las teorías más importantes de la economía y del pensamiento sea la referida al valor, que ha hecho temblar imperios o renunciar a ideas salvo que nos aferrásemos a ellas como dogmas carentes de cualquier criticismo. Una de nuestras más tiernas decepciones sobrevino cuando la teoría del valor objetiva hacía derrumbarse el complejo edificio del marxismo. Sin embargo, más allá de esgrimir cualquier disquisición a propósito de la teoría del valor, que nos obligaría a viajar por el tiempo a través de Santo Tomás de Aquino o Aristóteles , buscábamos en aquella ocasión una obra en la biblioteca que leer y nos topamos con  Cuando el hierro era más caro que el oro , cuya tarjeta de presentación parece buscar un lector con perfil económico, pero que a través de sus página

El Minotauro bueno

Vagaba en los colectivos muy encogido debido a su piernas largas y muelles. Un cronista decía del autor argentino que tenía algo de ciclopeo, por su talla, barbas y mirada preñada de un rastro de extrañeza. Lo tomaba pacientemente, desde su Banfield de la adolescencia al epicentro creativo de Buenos Aires, donde la búsqueda de una linotipia en la que dar curso a sus últimos infolios, le llenaba las más de las veces de pesadumbres por lo infructuosa que llegó a ser la tarea,  y en ellos se sumía, en los colectivos para rodeado de caras extrañas, continuar con un embarazaso trabajo literario, por el traqueteo de las trochas repletas de baches de los suburbios (quizá La otra orilla , su primera colección de relatos, provenga de allí o quién sabe qué intensas sombras del mundo cortazariano se urdieron en sus viajes en los transportes públicos; el autor sólo confesó en sus entrevistas que en aquellas venidas surgió de un plumazo, la historia de Los Reyes, ver esta versión en youtube ). 

El reino Balcells.

Erase una vez una princesa  marchita por las llagas del tiempo , que había rendido además a sus pies, gracias a una personalidad arrebatadora, a las plumas más eximias del fenómeno de la literatura hispanoamericana. Un boom que creció en sus manos, e insistencia, porque sustrajo del manual de las preocupaciones de los creadores cualquier conjetura o problema, que trascendiese del mero hecho de escribir. Una idea que parece obvia en nuestros días, cuando las grandes plumas lucen como starlettes, pero que hasta la irrupción de Carmen Balcells habría sido calificada de revolucionaria ( el lanzamiento de la última aventura de Carlos Ruiz Zafón que cierra el ciclo de La sombra del viento  parecía el advenimiento de una nueva literatura, por la fanfarria que se gastó la editorial). Los editores pensaban que a pesar de que el producto fuese bueno, el periplo a las prensas y la distribución tenía que ser un camino lleno de asechanzas, con el objeto de que al artista se le bajasen los humos.

Los huevos fatales.

" El mayor enemigo del conocimiento no es la ignorancia,sino la ilusion del conocimiento " Stephen Hawking  Varias cuestiones pululaban por la cabeza de un auditorio, al que la Cuarta Revolución le sonaba poco menos que a alegoría de la Guerra de las Galaxias. A saber, la primera disrupción de la técnica provocada por la máquina de vapor, la segunda llegó con la producción en masa auspiciada en el taylorismo y el fordismo , la tercera debida a las tecnologías de la información ( allá por la década de los cincuenta y sesenta del pasado siglo), y la cuarta y última, es un cúmulo de avances biotecnológicos y de la información en red, que nos promete un conocimiento " más eficiente " de nosotros mismos. Aquí cabe indagar  en el Oráculo de Delfos , y en las palabras del poeta T. S. Elliot , que nos advierte que en las sociedades modernas confundimos  " información con conocimiento ". Seguidamente nos preguntábamos  si el big data realmente aporta más con