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El papel y las almendras.

Un sueño nos lleva a la redacción de una editorial española de los años cuarenta, donde presenciamos una curiosa conversación basada en hechos reales y que nos resume las dificultades con las que se topaba la edición de entonces. La hipotética Editorial Pereda busca: novelistas que sean capaces de desarrollar Western, género preferido en aquella época. Quién se vea capacitado, que deje su razón en secretaría">>


- ¿Quién diantres va a comprar semejante mamotreto de un escritor bolchevique?- Dijo el viejo de mandíbula marmórea, que escupía a sus subordinados grandes perdigones, mientras hablaba. Apegado a un pitillo, que sostuvo en los labios, el señor Pereda pegó una  chupada al mismo. No tenía pocas cosas de las que ocuparse ¡cómo para que le viniesen con estos melindres!



De John Leech - http://historical.ha.com/common/view_item.php?Sale_No=683&Lot_No=57424&type=&ic=, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4581698
El editor Pereda se parecía al hosco protagonista del Cuento
de Navidad de Charles Dickens.

- Dostoyevski no es bolchevique, señor.- Negó el joven traductor reverencialmente. No quería ofender el ánimo borrascoso del jefe.- Murió antes de que llegasen los rojos.
-Más a mi favor, ¿cree que los censores sabrán algo de  ese Dro-to-yes-qui? Pero como suena a ruso: rogelio
- Dostoyevski.- Repitió desesperado Marc.
-  Hágame caso, Marc, el ejemplar ese no puede salir con tantas páginas, porque no tenemos suficiente papel. Nos excederíamos del cupo(1).
- ¡Si compramos excedentes en el mercado negro! 
- No hables de eso en voz alta, chiquillo - Murmuró en un tono bajísimo el famoso editor, que le hizo objeto de una confidencia. - ¡Para revenderlos, Marc! Con que contemos  la vida de uno de los hermanos Carabó, ¡basta!
En actitud mendicante, el minúsculo traductor parecía rogar a la divinidad más alta,que no le obligase a trabajar más con tan inefable zopenco. Dominó su encono.-Señor Pereda, son Los hermanos Karamazov (2), ¡uno de los clásicos de la literatura universal!


De Fiódor Dostoyevski, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=179960
Apuntes de Dostoyevski para su gran obra, 
Los hermanos Karamázov



- ¿Cree que nuestros lectores se van a tragar un tostón de mil páginas? Hágame caso, con doscientas va que chuta, e ingenieselas como pueda. Yo siempre digo que un editor debe leer y releer sobre todo los libros de contabilidad. Y que debe amar las letras, pero las de cambio. 
Al borde del sollozo, Marc comenzó a hipar intentando esgrimir alguna razón, mas estaba completamente in albis. Las rojeces de la piel y el ánimo rijoso del editor, le encogieron de tal forma, que el señor Pereda se apiadó de él. - Sacaremos cada semana la vida  de uno de los hermanos Carabó. Si funciona la primera semana, pensaremos en el resto.  
- Karamazov, señor Pereda.- Le estaba sacando de quicio ese tendero de mierda, metido a editor. Marc se recolocó los quevedos- Karamazov
- No es nada personal, muchacho, ¿pero estás seguro  de que ese tipo murió hace muchos años? 
- Sí, más de setenta años.
- Eso me gusta.- Aparecieron los dientes pochos del señor Pereda, que se frotó seguidamente las manos. - Así no tendremos que pagarle los derechos al autor ni a la familia ¿No te he contado la última de Josep, Marc?
-No, señor Pereda. 
- El cachondo de Janés, que ha vuelto a emborrachar a Somerset Maugham en su torre de Pedralbes. Bueno, el inglés tampoco necesita mucho para cogerse unas buenas peanas. Y Josep que es un encantador de serpientes.



De Carl van Vechten - Van Vechten Collection at Library of Congress, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=20580285
Somerset Maugham, el escritor mejor pagado del
mundo de los años treinta y cuarenta.


- Son habladurías.
- No, el muy zorro ha conseguido demorar otra vez el pago de los derechos de Maugham, porque alega que no tiene divisas. Y escúcheme, que no son ninguna broma, que son un buen pico, que Somerset es el que más vende con diferencia. El inglés con el jolgorio se olvidó de las razones que le habían traído a España- Le hizo un gesto con el dedo índice para que se acercara.- Y sabes de lo que presume Josep, de trabajar al servicio de su majestad y que por eso, el Gobierno británico pagará todas las regalías a los escritores de habla inglesa que han publicado en Janés. 
- Su línea es muy probritánica, pero no me lo creo, señor Pereda. 
- Yo no es que no los quiera pagar. - Se excusó el dueño de Pereda.- Como Janés, si tuviésemos divisas.- Suspiró.- Fue una buena idea exportar almendras, que nos ha dado algo de vidilla y de francos, y de dólares. Porque literatura, por mucho que se queje Arias Salgado(3), de que publicamos a demasiados autores foráneos, no hay manera. Qué  más quisiera yo que tener una varita para saliesen españoles que son más fáciles de domar ¡Firman donde haga falta!

Una vez resuelta esta pendencia de los hermanos Karamazov, el director de la editorial aprovechó el momento para quejarse airado al dueño, esto es, el señor Pereda, porque no se descansaba ni en navidades. - No me vengas con semejantes facheces.- Le replicó el viejo, que soltó una calada y le miró con ojos esquivos.- ¿ Perdimos la guerra para celebrar sus fiestas?
- ¡Pues celebremos el día de la República el catorce de abril!
- ¿Estás loco, Roger, para que nos metan a todos a la cárcel?
- Por cierto, Marc, tienes que escribirnos unas novelas del Oeste.- Le cazó con el brazo antes de que el ingenuo traductor pudiese rehusar la oferta/ocurrencia.- ¡ Vamos, no te quedes ahí y empieza a escribir!
- Pero si desconozco el género.
- Escúchame - y le hizo postrarse como si fuese a ordenarle caballero.- Te vas a llamar Mark Van der Loo.
- No sé escribir novelas del Oeste y soy un catalán español nacido en Badalona.
- Es muy sencillo: chico bueno, chico malo y chica guapísima. Que no se te olvide que siempre gane el bueno, que no se te olvide, señor Van der Loo, que Arias Salgado está siempre muy atento.- Le guiñó el ojo, entre los repliegues de piel que adornaban su rostro. A Marc se le ocurrió que debido a su tiranía, el editor era calcado al señor Scrooge del Cuento de Navidad de Charles Dickens. Con la letanía del nuevo señor Scrooge metida en sus oídos, al joven le costó conciliar el sueño aquella noche. 

PD: Con este pequeño cuento, hemos querido recrear las dificultades con las que se topaban los editores. A poco que se agucen los sentidos, y se conozca la época, se reconocerá quién se esconde tras un Pereda apócrifo. Como decíamos, los editores tenían que enfrentarse en la inmediata posguerra a un problema de escasez muy agudo de papel. También a la falta de divisas que les permitía hacerse los remolones en el pago de las regalías a los escritores extranjeros. España era un país demasiado hermético en los años cuarenta del pasado siglo.

Asimismo, esta escasez de papel hizo que algunos clásicos como los Hermanos Karamazov o Guerra y Paz apareciesen bien mochados. O eso, o que conocían demasiado bien a sus lectores. Dibujos y no mucha letra. El pago de los derechos de autor, más que la filantropía por difundir la cultura estuvo detrás de la publiación de estos escritores universales, cuyas obras como decíamos, sufrían los males de las tijeras. Era por otra parte, práctica frecuente  que se camuflasen a los autores españoles bajo grandilocuentes nombres extranjeros, para atraer al público de novelas del Oeste. Como decía González Ledesma, autor prolífico y gran escritor, ¿quién se creería una historia del oeste contada por uno de Granollers o de Leganés? Nos hemos basado para esta recreación en lo que cuenta Xavier Moret  en su fabuloso Tiempo de editores Historia de la edición en España 1939- 1975'




(1) Se creó un comité que racionaba entre las distintas editoriales la producción de papel.Como ocurre con cualquier restricción, floreció parejo un mercado negro que a veces resultaba más rentable que la propia edición . 
(2) Obra compleja que entraña una filosofía de largo alcance, y que es difícil de adaptar al teatro, aunque ha habido notables excepciones como la que reseñamos en este link y que nos sorprendió por la entrega de sus actores y la fuerza arrolladora que surgía a borbotones del escenario. 
(3) A los censores les recomendó que aplicasen el sentido común. Y les propuso que cualquier texto que pudiese leer un esposo a su mujer, sin llegar a escandalizarla, pasaría la criba. 

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