Acerca del bagaje controvertido de Mijaíl Shólojov como altavoz cultural de las autoridades soviéticas, han circulado ríos de tinta. El presunto colaboracionismo y dejadez respecto al trato dispensado por las autoridades de la dictadura comunista a los intelectuales de la época, como el gran vate Ösip Mandelshtam, no logran eclipsar sin embargo un gran legado literario.
Nada quedó del Ösip más romántico. |
"Vivimos sin sentir el país a nuestros pies,
nuestras palabras no se escuchan a diez pasos.
La más breve de las pláticas
gravita, quejosa, al montañés del Kremlin..."(1)
Epigrama de Ösip Mandelhstan
nuestras palabras no se escuchan a diez pasos.
La más breve de las pláticas
gravita, quejosa, al montañés del Kremlin..."(1)
Epigrama de Ösip Mandelhstan
Porque cabe recordar a guisa de inventario, que Shólojov fue presidente de la Unión de Escritores soviéticos, y su quehacer en este sentido deja en algunos aspectos mucho que desear, por ser livianos en la crítica tal y como señala Vitali Shentalinsky y recogimos en este link . Además, Mijaíl obtuvo el premio Nobel en el año 1965 a pesar de su clara significación política(2); muy reconocido en el extranjero gracias a su ópera magna El Apacible río Don, donde nos cuenta la historia y las tribulaciones de los cosacos, que conoció de primera mano. Este pueblo refractario a muchas influencias a lo largo de los siglos, acogería en cualquier caso las disputas entre rojos y blancos con recelo, aunque más tarde la Revolución de Octubre se transformaría en un verdadero parteaguas para los cosacos, en el que se entrecruzarían los partidarios de ambos bandos en una lucha sin cuartel. Con una poesía apoteósica, Shólojov nos transmite la épica de una raza de luchadores, muy fiel a sus costumbres(3).
Con Campos roturados vivimos lúcidos destellos metaforicos que nos recuerdan a su gran obra pero desciende más al detalle de las pugnas abiertas a raíz de la colectivizacion que quiso llevar a cabo Stalin en los años 30 y ¡qué tantas hambrunas provocaron! Recordemos que el dictador enmendó las tibias reformas de Lenin en las NEP , que abrían un resquicio a la iniciativa privada, con el fin de emprender una política de colectivizaciones especialmente dura en el campo. En una primera fase, los comisarios del partido llegados normalmente de otras regiones (hubo un choque cultural), intentan convencer a los más antagonistas con la idea del Soviet . Su objetivo es dinamizar un proceso que se topa con numerosas dificultades en sus comienzos. Labor que el propio Shólojov desarrollaría en primera persona, por lo que algunos críticos creen que el personaje principal de la obra, Semión Davidov es el alter ego del autor.
Casi sin quererlo, y visto con perspectiva, los lectores nos percatamos de la extrema penuria en la que vivían los campesinos, incluso "los más pudientes", cuando el novelista ruso desliza las desiatinas con las que consideraban a un agricultor un kulak. Irrisorio terreno de labor, como la propiedad de animales, lo que nos brinda un ángulo diferente sobre cómo se utilizaba demagógicamente este calificativo de Kulak, cubil de las peores iras posibles del poder soviético (se empleaba como fascista en nuestros tiempos, indiscriminadamente contra cualquiera que se opusiese a las ideas del Soviet). Un bello cuento como inciso del maestro Leon Tolstoi, nos pregunta cuánta tierra necesita un hombre y nos hace cuestionarnos los baremos aplicados para considerar como pudiente a los kulaks, y las lógicas reservas de éstos frente al proceso de colectivización. Cuando ha costado tanto por ejemplo hacerte con dos vacas, se entienden mejor sus miedos. No son por ende, acaudalados y poderosos propietarios agrícolas, según se desprende de esta narración.
En este sentido, Campos roturados nos revela los temores razonables que despertaban las nuevas medidas de colectivización, no sólo en los agricultores, sino en los impulsores de los koljozes. La granja colectiva imaginaria de la novela no presenta a los kulaks como demonios que expelen azufre, uno de sus mayores méritos sin duda, sino que Mijaíl como conocedor de la problemática, expone tanto sus argumentos como los incentivos que crearía el nuevo modelo de explotación, paraíso de los más perezosos. Luego es verdad, que Shólojov en el reparto de papeles de buenos y malos, toma una posición clara como convencido comunista. Pero no acalla los voces ni sus críticas como en otros retratos demasiado maníqueos de la época y de otros autores, que nos presentan a unos campesinos en perfecta comunión, que se acercan a la faena cantando bellísimos himnos contra la explotación y los kulaks ( que la historia de la literatura ha barrido por ser una caricatura de la época) . En esta obra veremos las rencillas, envidias, el amor y las disputas que origina; Shólojov novela y no esconde la pasión humana, nos da argumentos y contrargumentos relativos a la colectivización que se expusieron en la misma época que acaecieron los hechos. No en vano, el primer tomo lo concluyó nada más acabar el primer plan quinquenal, en 1932, de modo que entendemos que aparte de un excelente ejercicio literario, Campos roturados tiene un gran interés histórico.
Para completar la panorámica novelística en torno a este fenómeno, sugerimos la lectura de Todo fluye del magnífico Vasily Grossman, que nos pone en contexto de la hambruna en Ucrania provocada por la expropiación efectuada a sangre y fuego. En el año 1935 el Ejército Rojo custodiaba los caminos para evitar el comercio de grano y confiscó buena parte de las cosechas, lo que se tradujo en una hambruna que acabó con la vida de millones de personas. Poesía y literatura de altos vuelos, se concitan en las páginas de Grossman, un deleite para los sentidos que nos reconcilian a pesar del sufrimiento, con el ser humano ( como curiosidad también describe con patetismo el dolor que la masa atormentada experimentó paradójicamente, por la muerte del atroz dictador, Joseph Stalin) Más actual, El niño 44 tiene su clave argumental en las prácticas de canibalismo que tuvieron lugar durante la hambruna ucraniana de los años treinta.
Casi sin quererlo, y visto con perspectiva, los lectores nos percatamos de la extrema penuria en la que vivían los campesinos, incluso "los más pudientes", cuando el novelista ruso desliza las desiatinas con las que consideraban a un agricultor un kulak. Irrisorio terreno de labor, como la propiedad de animales, lo que nos brinda un ángulo diferente sobre cómo se utilizaba demagógicamente este calificativo de Kulak, cubil de las peores iras posibles del poder soviético (se empleaba como fascista en nuestros tiempos, indiscriminadamente contra cualquiera que se opusiese a las ideas del Soviet). Un bello cuento como inciso del maestro Leon Tolstoi, nos pregunta cuánta tierra necesita un hombre y nos hace cuestionarnos los baremos aplicados para considerar como pudiente a los kulaks, y las lógicas reservas de éstos frente al proceso de colectivización. Cuando ha costado tanto por ejemplo hacerte con dos vacas, se entienden mejor sus miedos. No son por ende, acaudalados y poderosos propietarios agrícolas, según se desprende de esta narración.
El trabajo colectivo en los koljoses. |
En este sentido, Campos roturados nos revela los temores razonables que despertaban las nuevas medidas de colectivización, no sólo en los agricultores, sino en los impulsores de los koljozes. La granja colectiva imaginaria de la novela no presenta a los kulaks como demonios que expelen azufre, uno de sus mayores méritos sin duda, sino que Mijaíl como conocedor de la problemática, expone tanto sus argumentos como los incentivos que crearía el nuevo modelo de explotación, paraíso de los más perezosos. Luego es verdad, que Shólojov en el reparto de papeles de buenos y malos, toma una posición clara como convencido comunista. Pero no acalla los voces ni sus críticas como en otros retratos demasiado maníqueos de la época y de otros autores, que nos presentan a unos campesinos en perfecta comunión, que se acercan a la faena cantando bellísimos himnos contra la explotación y los kulaks ( que la historia de la literatura ha barrido por ser una caricatura de la época) . En esta obra veremos las rencillas, envidias, el amor y las disputas que origina; Shólojov novela y no esconde la pasión humana, nos da argumentos y contrargumentos relativos a la colectivización que se expusieron en la misma época que acaecieron los hechos. No en vano, el primer tomo lo concluyó nada más acabar el primer plan quinquenal, en 1932, de modo que entendemos que aparte de un excelente ejercicio literario, Campos roturados tiene un gran interés histórico.
Para completar la panorámica novelística en torno a este fenómeno, sugerimos la lectura de Todo fluye del magnífico Vasily Grossman, que nos pone en contexto de la hambruna en Ucrania provocada por la expropiación efectuada a sangre y fuego. En el año 1935 el Ejército Rojo custodiaba los caminos para evitar el comercio de grano y confiscó buena parte de las cosechas, lo que se tradujo en una hambruna que acabó con la vida de millones de personas. Poesía y literatura de altos vuelos, se concitan en las páginas de Grossman, un deleite para los sentidos que nos reconcilian a pesar del sufrimiento, con el ser humano ( como curiosidad también describe con patetismo el dolor que la masa atormentada experimentó paradójicamente, por la muerte del atroz dictador, Joseph Stalin) Más actual, El niño 44 tiene su clave argumental en las prácticas de canibalismo que tuvieron lugar durante la hambruna ucraniana de los años treinta.
(1) Paradójicamente Mandelshtam no pudo arrastrar los pies en su peregrinación por los gulags que tenía como destino final el infierno de Kolyma. Stalin preguntó a Boris Pasternak por la valía artística de Ösip, lo que le salvó de la pena capital, que no del purgatorio de los campos de trabajo.
(2) El gran poeta Pablo Neruda claramente vinculado al Partido Comunista necesitó que un miembro liberal del jurado de la Academia sueca levantase su veto.
(3) Consignemos no obstante que este pueblo tuvo infinidad episodios que ensombrecen sus gestas, caracterizados por la brutalidad más abyecta. Otra grande de la literatura rusa, Irene Nemirovsky nos recuerda este lado más sombrío de los cosacos, que cobraron un gran protagonismo en los progromos judíos de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX en la santa madre Rusia. No hemos visto un capítulo de mayor crudeza, como aquel de Los perros y los lobos, que la escritora rusa describe como un cuadro dantesco de la bestialidad humana.
(2) El gran poeta Pablo Neruda claramente vinculado al Partido Comunista necesitó que un miembro liberal del jurado de la Academia sueca levantase su veto.
(3) Consignemos no obstante que este pueblo tuvo infinidad episodios que ensombrecen sus gestas, caracterizados por la brutalidad más abyecta. Otra grande de la literatura rusa, Irene Nemirovsky nos recuerda este lado más sombrío de los cosacos, que cobraron un gran protagonismo en los progromos judíos de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX en la santa madre Rusia. No hemos visto un capítulo de mayor crudeza, como aquel de Los perros y los lobos, que la escritora rusa describe como un cuadro dantesco de la bestialidad humana.
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