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El señor Voynich

A ver cuándo nos arreglan el tejado.- Bufó aquel ser envuelto en ropajes que desprendían mucho hedor. El caballero alzó no obstante su sombrero a guisa de saludo.- Pasamos un frío de la leche, señor.- Siguió venteando el giboso sus desdichas, en un inglés que solamente farfullaba. En el Colegio de Jesuitas de la Villa de Mondragone, Fray Basilio era el único que chapurreaba la lengua de Shakespeare. Pero tanto tiempo metidos en disquisiciones teológicas, para que llegase aquel extraño con aires de erudito.

- No se preocupe que podemos hablar el italiano.- Le dijo conciliador el extranjero embutido en un gabán de buen paño, que transmitía calor con sólo mirarlo. Y el monje comenzó a reír como una criatura mitológica; una gárgola, que anquilosada más que en un amarillo, era un jaramago que cubría toda su piel. El foráneo le golpeó en la espalda para que no se atragantase.- ¿ No puede parar? ¿Qué le hace tanta gracia de lo que le he dicho?
- Todos vienen a lo mismo, a saquear a la Iglesia, con una careta de amabilidad. Se lo digo, vendemos bajo cuerda, pero si no reparamos el altar, ¿qué clase de culto podremos desarrollar?
- Lo entiendo.- No se le notó el falsete al señor Voynich. Iglesia es cualquier lugar donde se reúnen los feligreses, y tampoco la teología era uno de sus fuertes.- Es perfectamente entendible.
- No lo entiende, aunque nos es igual. Dejémonos de amabilidades. Le abro la puerta y mire lo que quiera. Luego convendremos el precio con el prior. 


De Desconocido - Beinecke Rare Book & Manuscript Library, Yale University ([1])., Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7981762
El magnífico libro, que ha fascinado a los amantes de
los misterios.

Antes de entrar en el recinto, el señor  Voynich miró a un cielo umbroso, teñido de dulces desesperanzas. Había tenido un presentimiento la noche anterior, cuando se desveló en medio del sueño por unas letras misteriosas que intentaba leer una y otra vez, pero no podía. Lo achacó a su corta visión, así que se limpió los quevedos por si surgían aquellos mismos grafemas. A continuación, se tocó el bigote bien recortado; se llenaría de polvo entre tanto libro, aun cuando quiso acometer el ritual previo a "la caza de libros". Wilfrid llevaba un pañuelo bien humedecido para ponérselo en la nariz en cuanto intuyese las primeras dificultades respiratorias debidas a las partículas que se acumulaban en las estanterías.

Se adentró en la oscuridad, y palpando fue sacando lomos de las repisas, la mayoría sin reseñas. Había auténticas joyas. Después de un rato de escarbar como buen bibliófilo, el señor Voynich se vio atrapado por una espiral de fuerzas ignotas, que le condujeron a un lado de la sala, donde había un manuscrito pequeño. Y abrió el ejemplar lo que le produjo un repelús inmediato. Una electricidad que erizó la yema de sus dedos.- ¿Pero esto qué es?- Exclamó el librero de origen lituano, mientras hojeaba las letras misteriosas en pergamino de ternera y unos dibujos que parecían salidos de mundos oníricos. - ¡Dónde habrase visto semejantes plantas!


Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1259309
Wilfrid Wojnicz, descubridor del famoso 
manuscrito al que daría nombre.

Resultaron tan singulares los textos del Manuscrito llamado Voynich en honor a este librero de origen lituano, que hasta el momento nadie ha descifrado el significado de los mismos. Sorprendente cuando nos encontramos en plena era de los superordenadores ( habrá quien diga que están dedicados a cosas más importantes que desvelar esta buena trama de misterio) ¿ Algunos expertos se preguntan si al fin y al cabo, este libro tendrá sentido? Plantas extrañas, con formas desconocidas, con las que podemos albergar hipótesis de todo tipo. Amantes de la ufología especulan con la figura de un visitante interplanetario, que contagiado por  la atmósfera de un convento, decidió legar en aquel receptáculo de sabiduría la visión del planeta del que era originario. Cabe reseñarlo, por original, aunque suene a un completo disparate. 

En otros casos más plausibles, hablan del ánimo giocandi de un joven Leonardo Da Vinci, que elaboró el manuscrito para despistar al más avezado jugador, y proponerle la revelación del mensaje oculto. Según los grafólogos, el amanuense del manuscrito conocía el alfabeto y su estructura, pues el trazo de las letras es continuado. La teoría más extendida sin embargo, es que se trata de una obra del fraile y polígrafo franciscano, Roger Bacon ( vivió en el siglo XIII). El Voynich sería de esta guisa una copia, pues la datación del radiocarbono ubica el ejemplar con el que dio el librero lituano en 1912, en el siglo XV. Llegaría a manos del emperador Rodolfo II a cambio de 600 ducados de oro. John Dee sería el marchante digamos, que le procuró esta reliquia a Rodolfo de Bohemia. Hasta que la codiciada pieza tras diversos avatares recala en el Colegio de Jesuitas de la Villa de Mondragone, y comienza su periplo más moderno. El librero en aquella mañana de 1912 se hace con 29 piezas más aparte del Voynich. Al contrario de las expectativas que se había creado su descubridor moderno, le resultó muy difícil colocarlo, pues apenas había referencias. Tan extraño, que parecía una broma de mal gusto.

El propio Wilfrid con sus conocimientos de lenguas y libros antiguos, por qué no, podría haber urdido ese colosal engaño para colocarlo en el mercado a un precio desorbitado. Era tal el desconocimiento y los recelos que provocaba el libro cuando lo enseñaba, que nadie quiso comprárselo por el valor que estimaba que tenía según su propietario. Tampoco nadie entró a la puja por las sumas que quiso conseguir el segundo propietario moderno del Voynich, H. P. Kraus, que lo había comprado  a la viuda del librero. Kraus acabó por cederlo  a la biblioteca de libros raros de la Universidad de Yale. ¡Pésimo negocio! Pues nos preguntamos cuánto podría costar ahora hacernos con el conocido como Manuscrito nº 408, MS 408 de la biblioteca Beinecke. Infinidad de pruebas avalan su antigüedad, su originalidad, y el misterio lleno de embrujo que nos embauca al mirar cualquiera de sus dibujos. No podremos decir como solemos en El Azogue, que recomendamos su lectura. ¡ Nadie lo ha hecho hasta el momento! Simplemente admírenlo.  


De Desconocido - Scan from site of National Maritime Museum, Greenwich http://www.nmm.ac.uk/, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=62082
John Dee vendería a Rodolfo II Emperador del Sacro
Imperio Romano Germánico



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